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Más allá de Cajamarca (2)





Esta vez voy a partir del artículo de Augusto Alvarez Rodrich en larepublica.pe


La interpretación del periodista es, como siempre, aguda y sarcástica; y, a pesar de lo obvio, es interesante como deja ver, más claramente, algunos vacíos que son, finalmente, la realidad contra la cual se enfrenta el Estado en estos momentos. 


Para comenzar, el presidente del consejo de ministros es Óscar Valdés Dancuart, ex militar y empresario. Cierto o no, ningún "ex" se vio nunca tan minimizado frente a su precedente: un ex militar, siempre será un militar. Yo, personalmente, no tengo nada a favor ni en contra de los militares; no tengo amigos cercanos que lo sean, tal vez algún conocido hoy lejano y al que recuerdo de cuando ni si quiera pensaba en ser militar. Creo que esta es una ventaja y más ventaja aún vivir en el extranjero y estar lejos de poder conocer a cualquier militar peruano. La única razón por la cuál le doy el beneficio de la duda al señor Dancuart y me niego a creer que por tener una formación militar tiene alguna incapacidad para el diálogo es la existe de un prejuicio muy fuerte hacia los militares. 


Es lógico que en el Perú existan todos estos prejuicios hacia los militares cuya formación los parece haber condenado a una incapacidad para pensar. Luego de haber vivido varios gobiernos y dictaduras militares, el Perú tiene razones sobradas para dudar de cualquier militar, sin importar si se trata de un "ex". Tomemos por cierto de que todo prejuicio exagera una verdad, un dato cierto: la formación de los militares no los prepara para gobernar un país. Esto explica el hecho de que los gobiernos militares hayan sido un total fracaso; sin embargo, no es razón suficiente para negar que hayan tenido "buenas" intenciones (o las mejores).


Hoy nos encontramos ante un gobierno precedido por dos ex militares. No obstante, dos ciudadanos que, luego de su vida militar, han buscado la forma de ampliar su formación más allá de ella. Y es justo en este punto donde es preciso decir que es imposible negar que una formación militar tiene más de una cosa positiva.






El periodista Rodrich considera que, no haber logrado firmar un acuerdo con dos puntos tan sencillos es una evidencia (y evidencia suficiente) para comprobar que el ex militar Óscar Valdés es incapaz de dialogar; que al ex militar le hace falta "tacto" político. En efecto esta es una interpretación prejuiciosa que no se permite hacer una lectura un poco más interesante de los hechos. 


El día 19 de diciembre el Óscar Valdés junto con una comitiva de varios ministros y viceministros buscan retomar el diálogo con las autoridades de Cajamarca. En concreto, la visita a Cajamarca era para firmar un acuerdo previo que, como bien señala el periodista, solo consta de dos puntos muy sencillos:



1. Convocar a la reunión de trabajo  del día  27 de diciembre del presente, en la ciudad de Lima, a las autoridades y equipos técnicos de la Región Cajamarca, para tratar los temas técnicos y jurídicos del Peritaje Internacional del Proyecto Minero Conga.
2. Continuar con la Mesa de Trabajo N° 2, para el día 13 de enero del 2012; para lo cual se cita a las autoridades del Gobierno Regional y de los Gobiernos Locales de la Región Cajamarca, en la ciudad de Cajamarca.

Es decir, simplemente era una agenda para continuar con el diálogo. ¿Qué salió mal y por qué? Para comenzar, Valdés llegó con la convicción de que el diálogo debía darse entre representantes del gobierno nacional y del gobierno local. Valga decir, representantes del pueblo debidamente elegidos. Esto llevó al premier a impedir el ingreso de otras autoridades como los representantes del "Frente de Defensa Ambiental". 

El argumento del presidente regional, el señor Gregorio Santos, es que las autoridades como las del "Frente de Defensa Ambiental" también tienen derecho a opinar, tener voz y voto, en los acuerdos. Sin embargo, es evidente que la voz y voto de ellos podrían (o mejor dicho deberían) verse representadas en la figura del presidente regional. Quién más autorizado que el señor Santos para empaparse de todas las opiniones de su pueblo. Quién sino él debería estar en la capacidad de canalizar todas las inquietudes y exigencias del pueblo de Cajamarca. No obstante, parece que el señor Santos no puede decidir y pone al mismo nivel de su autoridad y su poder de toma de decisión al señor Wilfredo Saavedra presidente del Frente de Defensa Ambiental.



Valdés no está negándose a dialogar. Sino que, como dice el dicho, si se tiene que tomar una decisión tan importante como la que implica dar los pasos hacia una resolución del proyecto minero Conga, no se puede hablar con los payasos, sino con el dueño del circo. Es ya responsabilidad del dueño del circo velar por los intereses de los payasos; lo que no tiene sentido, al menos que haya un problema de autoridad y de confianza, es exigir la presencia de un payaso para que opine, tenga voz y voto. 

Ocurren dos cosas, o Wilfredo Saavedra no confía en que Gregorio Santos vele por los derechos de los cajamarquinos, incluidos los del Frente de Defensa Ambiental, o, en efecto, el señor Saavedra se sabe con tanta autoridad y poder como el señor Santos; lo cual evidencia una crisis de autoridad de el gobierno regional de Cajamarca.

Es mucho más grave aún esta situación cuando reconocemos que existe un acuerdo previo y que Santos se niega a firmarlo. ¿Cuál es la intención de Santos? ¿Cuál ha sido la intención de Saavedra al intenta forzar su ingreso a la reunión? Me parece evidente que los señores Santos y Saavedra son viejos lobos políticos, pero no en el sentido positivo (si es que existe uno), sino en el sentido negativo que provoca el término del diálogo de una manera tan absurda. 

Mi interpretación es la siguiente: Wilfredo Saavedra no es ningún idiota y sabe lo que hace, y sabía perfectamente que no lo iban a dejar ingresar a la reunión; él solo llegó para decir que el premier Valdés es un autoritario; calificativo que se venía cocinando desde su designación en casi todos los medios de comunicación, solo que ahora, como lo interpreta también el periodista Rodrich, se tendría una prueba fehaciente de ello. 

Finalmente, Santos también tiene que hacer lo suyo para recalcar aún más que el premier es un ex militar incapaz de dialogar, incapaz de escuchar. ¿Qué es lo que hace? Sencillo, transgrediendo la seriedad de lo acordado previamente pide incluir un punto a sabiendas de que el premier se iba a negar. Lo que Santos pide es que el gobierno le exija retirar a Yanacocha las maquinarias de la zona del proyecto aurífero. 

Sobre esta petición hay dos cosas muy interesantes: lo primero, que es lo más obvio, que es una petición del señor Saavedra, más que del señor Santos. Aunque esto no debería generar mayor problema, ya que podríamos decir que el presidente regional considera importante la petición de parte de la población representada por el señor Saavedra y por eso exige se incluya en el acuerdo. Lo segundo, evidencia una contradicción: si se está retomando el diálogo para llegar a cabo un peritaje internacional que determine el impacto ambiental del proyecto, ¿cuál es la necesidad de exigir que se retiren las maquinarias de la minera? ¿No parece que esa exigencia se adelanta a los hechos? Es una exigencia tan absurda que genera una reacción abrupta por parte del premier Valdés. 

El diálogo se rompe, pero lo que parece más bien, es que el diálogo no ha comenzado porque la autoridad del gobierno regional no está en la misma página en relación con las autoridades del gobierno central. Es decir, con una actitud un tanto inocente, Gregorio Santos le dijo "no" al peritaje internacional, pero todas las luces recaen en el premier Valdés porque él es el ex militar y él es el autoritario; él es el que sale de la reunión, él es el que ha pisado el palito. 

En algo sí estoy de acuerdo con el periodista Rodrich, como político Óscar Valdés es un buen empresario. Lo cual es más una virtud que un defecto, porque si ser político es la actitud del señor Gregorio Santos, prefiero a un ex militar empresario. La actitud del premier me parece correcta, ya que no por evitar ser tildado de autoritario tiene que permitir que las reuniones se lleven a cabo sin seguir un protocolo mínimo, una seriedad mínima: que se reúnan las autoridades elegidas por el pueblo. ¿Qué puede ser más elemental que esto? ¿Por qué el señor Santos interpreta esto como "no querer escuchar" las otras posiciones? ¿Acaso el señor Santos no se cree en la capacidad, como presidente regional, de representar todas estas posiciones de las que habla? 

Señor Gregorio Santos, presidente regional de Cajamarca, es su responsabilidad, ya que parece eso lo eligieron, representar todas las posiciones del pueblo cajamarquino en relación al proyecto Conga; es su responsabilidad, y no la del señor Saavedra, dialogar con las autoridades y encontrar soluciones que se ajusten en beneficio del pueblo de Cajamarca. Parece, señor Santos, que tuviera miedo de tomar una decisión. Si no está en capacidad de asumir esta responsabilidad es usted el que debería dar un paso al costado.



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