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You´ve got to find what you love

El día 12 de Junio del 2005 Steve Jobs dijo You´ve got to find what you love... If you haven´t found it yet keep looking. Don´t settle. Esta últimas palabras desataron el aplauso general de la audiencia emocionada por las palabras de Jobs. Yo también las he escuchado emocionado más de una vez. Cuando me siento inmerso en una rutina de trabajo que entonces comienzo a cuestionar, me acerco a este discurso, entre otros textos. Lo que me dan es la certeza de que probablemente no he encontrado eso que amo, aún. Y ese aún me carcome.

La siguiente pregunta lógica que se me ocurre es, ¿cómo encuentro aquello que amo? Algunos textos afirman que ejercicios mentales del tipo, "si mañana fuera tu último día con vida, ¿qué te gustaría hacer?", "¿qué actividad desata una imperiosa necesidad de hacer?", pueden ayudar a encontrar aquello que amos hacer. Lamentablemente, para mí, esos ejercicios solo han incrementado mi frustración, causando, en algunas ocasiones, una fuerte contractura muscular.

Recientemente adquirí una consola PlayStation 3 (PS3) de Sony con el objetivo de incursionar a mi hijo en los videojuegos (algo que todo padre debería hacer). En este momento me encuentro yo más comprometido con el PS3 que mi hijo (como era de suponerse). Traigo esto a colación porque una de las cosas que se me vino a la mente cuando me pregunté que era aquello que me gustaría hacer si supiera que mi vida no pasaría de la siguiente hora, fue avanzar un poco más en mi carrera de director técnico de fútbol en FIFA 14. No me considero un vicioso de los videojuegos, por lo cual, imagino que este pensamiento debe ser aún más fuerte en aquellas personas que realmente se dedican a los videojuegos. No pude evitar preguntarme qué podía significar para mí que una de las cosas que me gustaría hacer antes de morir, en mi última hora, sea jugar FIFA 14 en mi PS3. ¿Será que es eso lo que amo?, me pregunté sin ironía. Luego de una rápida reflexión, me respondí que no. Yo no amo jugar PS3. Profundizando en este pensamiento comencé a pensar que tal vez jugar PS3 produce o me conduce a algo y tal vez sea eso lo que amo. Jugar PS3 me aísla de todo lo demás que pueda estar pasando a mi alrededor. Es posible que ame estar alejado.

Mi carrera universitaria me llevó a tener un bachillerato en Literatura Hispánica. Siempre pensé que sería un escritor. Tuve una época de producción bastante prolifera, sobre todo en mi juventud universitaria y tal vez incluso un poco antes de eso. Escribía mucho, pero al volver a esos escritos, me pregunto como pude convencerme de que eso era escribir. Un buen amigo me dijo que la formación de crítico literario nos lleva a auto sabotear nuestra propia producción literaria. Yo creo que él tiene razón, aunque eso no quita el hecho de que mucho de lo que he escrito podría ser quemado sin ningún problema. Entonces, nunca he pensado que escribir sea lo último que me gustaría hacer antes de morir. Ni mucho menos leer.

Quitando el hecho de que abrazaría a mis hijos y a mi esposa hasta el hartazgo en esa última hora antes del sueño eterno, no encuentro nada a lo cual me gustaría aferrarme. Nada que podría querer hacer; ninguna actividad me conmueva a ese nivel. Es más, dejar-de-hacer sería lo más cercano a una actividad que me gustaría hacer. Hacer es lo que hacemos siempre, conscientes o no, con la leve o elevada noción de que hacer es importante.  Hace unos minutos tomaba un te caliente y pensaba en escribir esto, y me di cuenta que justo era eso. Tal vez en esa última hora me gustaría poder sentir el viento en mi cara, sentir el amargo del café bajando por mi garganta. Esas sensaciones de libertad por última vez penetrando mi cuerpo, llegando a ese algo que es capaz de llevarme a la frustración como a la libertad. No encuentro ninguna actividad que me lleve a ese nivel de libertad. De alguna manera toda actividad me esclaviza. En alguna empresas está de moda eso de que los empleados deben estar realmente comprometidos, no solo con los objetivos de la empresa, sino con la forma de ver la vida que se ha formada la empresa alrededor de sus objetivos. Lo siento, yo puedo llegar a mover una caja de un lado a otro y que me paguen por eso, pero estar alineado con la idea de que eso forma parte de un todo a lo cual debo comprometerme porque eso le da sentido a mi vida, eso no.

Entonces me encontré con la siguiente imagen en la cuenta de Instragram de una buena amiga. La imagen me encantó, y me sentí libre y enfocado.

Todo lo que hacemos es engañarnos. Nos obligamos a ser productivos con el fin de obtener objetos que sirven para engañarnos sistemáticamente. Esos objetos producen en nosotros sensaciones de placer. Como alguien ha dicho que eso es ser feliz, lo aceptamos. Solo teníamos que observar las estrellas. Eso sera todo; y entonces a alguien se le ocurrió la grandiosa idea de querer verlas más de cerca.


De vez en cuando

De vez en cuando piso fuerte y me aliviano excitado con la idea de escribir. Con la recurrente fantasía de mostrar mis cartas y ganar. Saber que es por aquel camino, el que lleva a la calle sin salida, donde se encuentra la exposición de lo mismo. Graffitis por doquier reclamando su lugar en el inconsciente colectivio. Todo se plasma a buen ritmo y sin mucho esfuerzo. Hay fluidez, constancia, cadencia y buen humor, como en una buena orquesta.

De vez en cuando son esas escapatorias como las huertas de los sábados donde íbamos a jugar en la infancia y donde todo era posible, menos el tiempo. De vez en cuando ocurría. Y si algo ocurre existe o manifiesta su existir de forma precisa. Una luz se enciende a lo lejos, la que no se veía antes. Ocurre, algo pasa y esa luz manifiesta que existe. De vez en cuando se manifiesta y nos hace saber que existe.

Lo notamos cuando tenemos miedo de cambiar. Al principio es diminuto ese dolor y de vez en cuando pensamos nuestra vida fuera de la cotidianidad. Luego se hace más grande y nos estorba. De vez en cuando algo se va modelando lentamente y nos empuja fuera de la línea de tiempo en la que hemos modelado nuestro presente y futuro. Tenemos miedo, pero de vez en cuando no. De vez en cuando no nos acobarda la posibilidad de la sombra y escribimos sin parar. Olvidamos que existen las horas y los días.

Flexibilidad

La inflexibilidad es el acto de forzar un comportamiento irreal, sin excepciones. Un mundo blanco o negro es irreal, y hemos ignorado la variedad de colores por la funcionalidad de lo irreal. Caminamos ciegos, pero caminamos. La otra opción sería caminar más lento, detenernos más y contemplar la flexibilidad de la gama de colores.

Sin embargo, no hay opción dentro de la estructura establecida para el funcionamiento productivo de nuestra especie. Alguien eligió por mí que, por un lado debíamos ser productivos a gran escala y que lo primero tenia que ir acompañado de lo segundo, la productividad se alcanza con polarización de lo que es.

Hay que ser lo suficientemente flexibles para reconocer que incluso, ya no nuestra existencia, mas nuestra permanencia y supervivencia en el Universo, es de carácter negociable. No somos imprescindibles; ni nosotros ni el planeta que habitamos. No sabemos que pasaría sin nuestra presencia, pero así como hay fuertes razones para pensar que no estamos solos en el universo,  las mismas apuntan a que el universo no depende de nuestra capacidad para cuidar la naturaleza. Y que todos esos esfuerzos por mantener con vida el planeta y por ende a nosotros mismos, no son sino esfuerzos de alto grado de egocentrismo. Ni este planeta ni nosotros somos demasiado importantes.

Flexibilidad para ir más allá de nuestra propia especie. Pero ya alguien decidió que todo lo anterior es importante, que es blanco y no puede ser negro, que es negro y no puede ser blanco.

Una mente tan flexible como la mía sufre en un mundo estructurado. Mientras yo me cuestiono el propósito del progreso, de extender nuestra existencia, de extender en el tiempo y en el espacio, el sistema me obliga a la eficiencia productiva y a pensar bajo esos estándares. Mi vida no puede ser ya ajena. Ya no puedo imaginarme alguna actividad sin pensar en sus consecuencias o no consecuencias productivas.

Jugueteo voluntario

Amanecer continuamente en derredor.  Abrir de par en par el frío y la humedad; la gota; el rocío; el predominio de la noche. Gozar, continuamente, en derredor, de par en par, la humedad, la noche y el amanecer.

Aglutinar. La discontinuidad, la fe, los zapatos, galletas y de más flores. Aglutinar, palabra a palabra, gota a gota, noche a noche, La música dejar; los libros dejar; el cuerpo dejar. Jalar, aglutinar, esgrimir, soportar.


Verbo-hombre, amanecer-mujer, y verbo-animal. 

Ser o no desaparecer

Una vez en el silencio de la indecencia cuanta lágrima sea la noche. Heme aquí Rusia fría y compacta, henos aqui luciernaga de días y no de llantos atrevidos. Y porqué se pregunta la sombra guarida. Porqué si ya hemos acabado, todo a quedado en ese óleo acuático en la imposibilidad de algunos guiños desprevenidos que vienen y se van.