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Algo breve

Hoy recibí una propuesta indecente: vivir sin pensar, vivir a medio pensar. Y me dijeron que lo que yo hago es pensar-a-medio-vivir.

La razón, justo ese es el dilema; la razón por la cual se hacen o se dejan de hacer las cosas se ha visto reemplazada por una combinación de palabras que nos regresan al estado de niñez del cual, según yo, nos deberíamos apartar. Un niño dice "yo quiero" y es comprensible, es la edad, es el momento. Cuando un adulto dice "yo quiero" y no sabe responder al por qué, dista mucho de ser un estado en el cual alguien quedría permanecer por mucho tiempo. O de ser alguien con quien alguna persona le gustaría permanecer por mucho tiempo.

Sin embargo, la razón por la cual se permanece inevitablemente en un estado de búsqueda insaciable es la misma razón por la cual algunas personas no pueden acceder al en sí de sus deseos. El "yo quiero" no es más que una cápsula que contiene una sensación de vacío que no solo no queremos experimentar, sino que de la cual no queremos saber nunca jamás la fuente. ¿De donde mana todo ese vacío? Mana del lenguaje sin duda; del lenguaje en tanto medio para obtener lo que queremos. Prender un cigarrillo, encender un porro, inhalar una línea o inyectarse no son más que actos que nos distancian del lenguaje. Hacemos todo eso cuando no queremos hablar, cuando el lenguaje es, en sí, una mierda; cuando nos damos cuenta que hay algo en el acto que completa la palabra pronunciada.

Fin.

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