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Violencia e incertidumbre (1)

La literatura, en tanto hace uso del lenguaje para sus propósito macabros, se ha interesado, primero, por imitar la naturaleza por considerarla perfecta y digna de ser admirada e imitada. Se ha pasado por muchos estadios y a los cuales no pienso aludir más que empíricamente. 


De la imitación de la naturaleza (del cisne y de la rosa) se pasó a la creación de cisnes y rosas y la creación en sí, por más de que solo habitase en la mente de pocos, parecía ser suficiente para justificar el regocijo. Más que estas dos tendencias no hay; luego de esta polarización, los que hacemos uso del lenguaje con fines literarios (lo que sea que esto realmente signifique) nos hemos mantenido en un limbo improductivo y, me atrevería decir, incluso mediocre (con contadas excepciones).


He meditado sobre esto no más de unos minutos para convencerme de que la imitación puede ser un buen camino si sabemos elegir el qué imitar. Y así como la ciencia ha ido avanzando y nuevas teorías se han ido mostrando como mejores para explicar el comportamiento de la naturaleza, el concepto de lo que es la naturaleza también a avanzado hacia una cada vez más clara convicción de que la armonía y belleza son aspectos relativamente secundarios frente a la violencia e incertidumbre del macro y microcosmos.


Por ello, debemos dejar de lado al cisne y a la rosa par convencernos de que la violencia y la incertidumbre son tales que deberíamos dudar de lo que vemos, y de lo que eso nos hace "sentir". Jugar a ser dioses, a maquinar árboles y chopos de agua; apoyarnos en nuestra sensibilidad para evocar auroras boreales o campos minados, guerrillas infinitas y soledades, no debe ser más objeto de la literatura. 


En los últimos años, hemos divagado (lo cual no está del todo mal) entre compromisos sociales y poesía pura; entre narrativa complexa y textos anquilosados. Y de todo eso, solo van a quedar los  bestseller como muestra de la literatura, en algún momento, se rindió a los pies del consumismo cuyo lema, en líneas generales, para ser "cantidad es mejor que calidad" (sino vayamos a preguntarle a los chinos). 


Y así, si se escribe algo de "calidad", es decir (y esto va para mis amigos literatos), algo que refleje el compromiso del autor para con su obra misma, y lo leen diez personas, siempre será mejor algo de menor "calidad" si es que lo lee un millón de personas.


Es la misma razón por la cual una facultad de letras y ciencias humanas convoca a cambios en la especialidad de literatura para que los graduados se puedan insertar sin mayores frustraciones en el sistema laboral. Sin tener en cuenta que, aunque intentan evitar que nos golpeemos contra el muro de la realidad, al final, acabamos doblemente frustrados: 1) porque salimos de una especialidad de literatura sin saber mucho de literatura y 2) porque, par algunos, aun con todas las posibilidades de ingresar en el sistema laboral, simplemente nos sigue importando poco ser o no ser.


Hay que pasar del cisne y de la rosa, pero también de todo compromiso social si no es un compromiso, primero, con el lenguaje.

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