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Un peruano en Costa Rica

Esta es la primera entrada de una serie de encuentros inesperados con la realidad de vivir en el auto exilio. Uno de los primeros encuentros con seres extra-peruanos. ¿Cuánta importancia somos capaces de darle a la forma de ver el mundo? A veces la pregunta y la respuesta parece sacada de un manual para principiantes tontos. Vaya, "la forma de ver el mundo", seis palabras con un significado vacío (para variar).


Yo les voy a contar desde mi experiencia personal lo que "ver el mundo" significa. La perspectiva de las cosas, de cualquier cosa, en cualquier punto, sea en una habitación oscura o no. Porque si fuera el caso, alguien podría decir que en una habitación oscura todos vemos lo mismo, sin embargo eso es errado. Aun en la oscuridad nuestro celebro hace el intento de percibir (ojo con la palabra) ciertas dimensiones o de percibir el vacío. Es un intento que parte del instinto de sobrevivencia: la necesidad de saber donde se esta y los peligros próximos. 


Punto y aparte. Lo que "ver el mundo" significa, tendrá que ver con la sociedad en que nos criemos; con los padres que nos toquen, con la casa o casas en las que nos toque vivir. Nuestra concepción e interpretación de los actos que observemos a lo largo de nuestra vida corresponden con ciertas convenciones sociales particulares. Siendo así, esta parece una respuesta interesante a la pregunta de "qué es el significado": una convención social más. Si yo digo "crisis", pues dependerá de la sociedad en que lo diga para esperar alguna respuesta en particular. Por ejemplo, si grito "nazi" en Alemania las reacciones serán muy distintas de las que se podrían esperar si se grita lo mismo en Hawaii. Son casos extremos, pero ahí radica toda la diferencia, en un poco la imposibilidad del dialogo. A pesar de los intentos de la RAE y otras similares, no nos es posible comunicarnos sin dejar vacíos interpretativos. ¿Qué quiso decir el rey de España cuando le grito a Hugo Chavez, "porque no te cayas"? Imposible saberlo. Los más interesados agentes críticos del periodismo solo se han rendido a la publicidad que esta frase les podía generar. Los medios de comunicación en un acto de reconocimiento de simplicidad, no han dicho nada interesante; nada que no sea burlarse de Hugo Chavez una vez más (también está de moda). 


Y qué queremos decir cuando decimos "América Latina". Tenemos el mismo idioma: sí y no. Tenemos una historia de conquista en común: sí y no. Compartimos básicamente una "fachada" racial: sí y no. Vaya, parece que sería más fácil si fuéramos un poquito más diferentes y no engañarnos con estas similitudes que en realidad, no lo son. Es que, vamos a ver, si realmente eso de hablar el mismo idioma funcionara, ¿por qué no funciona decir "tenemos en común que somos seres humanos"? Eso debería bastar, debería ser suficiente a la luz del reino animal y de los demás vegetales. Pero no funciona, los mentados "derechos humanos" son una moda no muy diferente del fanatismo que mueve hoy en día Calle 13. La "calidad de vida" con sus estándares estadísticos pueden ser y no ser realmente una forma adecuada de medir lo que siente una sociedad. Yo espero no ser el único que piensa así, pero me parece un poco injusto comparar a Suiza y Dinamarca con Perú y Bolivia; meter a todos los países en un mismo saco como si hubiéramos comenzado la carrera a la misma vez. No se trata de escudarse en la conquista y a colonia, ni llorar por el oro que se llevaron; se trata de ser inteligentes y tomar en cuenta las variables que la historia invoca. En muchos países de América Latina, los humanistas se rasgan las vestiduras porque nuestra ciudad se encuentran en el puesto 117 de en ranking de ciudades con más alta calidad de vida. Se rasgan las vestiduras y pegan el grito al cielo exigiendo a nuestros gobernantes premura en más salud y más educación. Estamos medio felices con nuestro crecimiento económico porque seguimos en el puesto 117 de PISA y otros cuadros estadísticos que siguen mezclando papas con camotes. 


Dónde están los intelectuales que exigen "hacer teoría". Al final seguimos agarrados del mismo árbol, contentos de tener nuestro nivel intelectual, de tener nuestro doctorado en NYU y nuestro puesto como profesor intocable en una bonita universidad; contentos de que nos paguen muy bien por repetir lo que nuestros profesores ilustrados nos dictaron en en extranjero. Nos olvidamos que "ver el mundo" de América Latina exige asumir sus propias variables, sin rencores, ni excusas; pero comparar nuestro ritmo de crecimiento con Suiza y Dinamarca no es más que otra forma de colonización. 


Vivo en Costa Rica y soy peruano. El mundo desde aquí se de diferente, se ve menos agresivo y esa ingenuidad es peligrosa. La calma del tradicionalismo político de esta país latinoamericano es escalofriante. Yo veo que existe una juventud pujante que quiere romper con ese tradicionalismo y abrir de par en par las cortinas de la fantasía que ocultan una corrupta realidad. Lamentablemente, es juventud pujante tiene el virus de la ingenuidad; el virus del "qué dirán". Hay que superar aún muchas ataduras y salir políticamente del closet. 



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