I
El calor ha sobrecogido por todos los rincones
Niebla que fuera de ayer
La mirada peregrina, corta y azul
De tinta apagada.
Bajo el crisol, los libros abiertos
Cubiertos los deseos
Otra cosa, el miedo de no ser
Voluntad a naufragar.
El oído me está
Arriba tan cuarteada la piel
Onomatopeya enamorada
Luciérnaga escondida
Y el ojo bien sabido
Lo acontecido ha escuchado
La canción atenta a su ombligo.
II
Aquí se erige una columna de fuego
Mal vistas por ahí de noche
Aquí se clava mi cintura en tu espalda
A lo único tú que Es
Allá se prende un rincón de polvo
De tabla segmentada
Aquí el silencio
A la morada pretenciosa
III
Una cuerda floja se apega
A la ventana que la confusión agota,
Más tarde a la tinaja
Más joyas como ayer
Triste en ese fuego de polvo
Dialoga de rincón a rincón
Una flor embrutecida por la T.V.
IV
Aún con el tiempo tranquilo
Las curvas y flores impresas
Calmas reverberan de un hilo.
De la represa
Del ladrido tajante
Se alistan a esculpir ladrillos,
Cuanta menor incólume rareza
Mayor olor sangriento al colmillo
Oda a la violenta pereza.
Atento un punto en el aire
El sujeto, de suerte enfermo,
Sujeto a cuanto desaire
Así, intranquilo, que me tire
A tiempo de sentir el cuerpo
1 comentario:
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