Me pica el cuerpo, una alergia asesina me ha invadido, dicen que me quedan tres meses de vida. La picazón, como muchas cosas, desespera al punto de no querer esperar tres meses más así.
Me pica la espalda, que difícil escuchar música que en mi tiempo mental tiene tantos recuerdos húmedos. humedo no sexual. Húmedo de aire y agua, de lluvia pegadiza piconiza. Sí, pica ese lluvia que noes, y que siendo así como es despierte en uno la sensación de humedad. Que difícil, por que entonces la mente juega y algo como el drag-and-drop del windows comienza en ahí. Entre este HP Pavilion y una recta avenida Rosa Toro, entre estos árboles bailarines y un invierno limeño; una mujer delgada y un grueso y atrevido trío.
Me pica la entrepierna, la cosa esa agridulce que se acerca lentamente, que se apodera de mi cuerpo. Me pica la sal, la azúcar, la limón, el azúcar, le mundo. Y me rasco criticamente; por la pendiente se desliza, se distorsiona esa canción y todas las rectas círculos.
Entre estas palabras y un beso.
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